domingo, 19 de diciembre de 2010

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 6ª Aventura "Nypo el potro"

Era Otoño, y las hojas de los árboles se habían caído casi todas. Los días eran más cortos y el frío se hacía notar cada vez más y más.
En lo más alto de la montaña blanca había un gran valle verde que todos los animales del bosque de los bonsais conocían como el refugio secreto de los caballos salvajes.
Una noche, Blanca, la yegua más esbelta de la manada dio a luz un potro de color blanco y negro y le puso de nombre Nypo.
Nypo crecía rápidamente y pronto se transformó en un potrillo muy rápido en carrera y además muy travieso y juguetón.
Un día entró en el valle de los caballos salvajes un cazador furtivo que se llamaba Perdigón. Los demás habitantes del bosque de los bonsais lo llamaban así porque era muy bajito y con mucha barrigota.
Perdigón iba buscando un caballo fuerte para que tirara de su carro, ya que el que tenía se había muerto de viejo y de lo mal que lo trataba.
Nypo, como siempre, estaba correteando y saltando por todo el valle y no se dio cuenta que escondido entre unos matorrales estaba el cazador furtivo.
Cuando Nypo se acercó lo bastante a Perdigón, éste lo atrapó con un lazo que había hecho y se lo llevó montaña abajo hasta su cabaña y lo metió en un corral del que Nypo no podía salir porque la valla era muy alta y por mucho que lo intentaba no podía saltarla.
Nypo llevaba tres días encerrado en el corral y no dejaba de intentar saltar la valla, aunque se daba cuenta de lo inútil que era su esfuerzo.
Perdigón pensó que el potrillo ya estaba lo suficientemente domesticado, ya que había dejado de saltar. Intentó entrar en el corral para ponerle las riendas y Nypo empezó a correr detrás de él y a intentar morderle en el “pompis” y, sí no es porque Perdigón se escondió detrás del abrevadero, Nypo hubiera conseguido morderle.
Las niñas Carmen y Maite, que eran muy amigas de todos los caballos de la manada salvaje, subieron al valle de las montañas porque se habían enterado de que Nypo se había perdido, y cuando le preguntaron a Blanca qué había pasado, ésta les dijo que no lo sabía pero que Cotillo, que era un pájaro carpintero muy fisgón, le había dicho que había visto por los alrededores a Perdigón el cazador furtivo.
Las niñas prometieron a Blanca que harían todo lo posible por rescatar a Nypo ,si es que había caído en las manos de Perdigón.
Cuándo Carmen y Maite llegaron a la cabaña del cazador y vieron a Nypo en el corral, idearon un plan para rescatarlo.
Avisaron a Cotillo, y éste empezó a picotear toda la madera de la cabaña, “toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc, toc,”. Cuando Perdigón fue a ver que pasaba, las dos niñas abrieron la cancela del corral. Nypo salió dando saltos de alegría y junto con Cotillo y las niñas se fue corriendo hacia el valle antes de que el cazador los descubriese.
Cuando llegaron ya estaba Blanca esperándolos, todos los caballos de la manada se pusieron muy contentos y comenzaron a galopar en todas direcciones de alegres que se habían puesto.
Desde entonces Nypo no volvió a cometer más travesuras, creció convirtiéndose en un gran caballo pinto y fue nombrado jefe de la manada de caballos salvajes.

Y Colorín, Colorado...

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domingo, 12 de diciembre de 2010

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 5ª Aventura “Historia de Murcy”

Había en el bosque de los bonsáis un desfiladero muy profundo con una cueva muy oscura en su parte más baja.
En ella nació en Primavera una cría de murciélago que parecía un ratoncillo sin cola. Era de la especie frugívora, es decir, se alimentaba de frutas maduras que sus padres le traían del bosque, además de beber la leche de su madre porque, como todos los murciélagos, también era mamífero.
La madre del pequeño murciélago se llamaba Bani, porque le gustaban muchos las bananas. Su padre se llamaba Radar, porque con su chillido de ultrasonidos era capaz de detectar las frutas más jugosas de todo el bosque de los bonsais.
Cuando Murcy aprendió a volar salió un día de la cueva y se quedó asombrado de lo bonito que era el barranco el bosque de los bonsais. Se quedó tan estupefacto que no se dio cuenta de que había amanecido y que, cómo todos los murciélagos, tenía que volver a su cueva.
Quiso regresar antes de que saliera el sol, pero estaba tan cansado que se colgó de la rama de un árbol para descansar y se quedó dormido.
Al poco rato pasó por allí el lagarto Jaspi, y al verlo pensó:
- !Oh, un murciélago dormido!, !qué bocado tan apetitoso!.
Trepó hasta la rama dónde estaba Murcy y lo cogió entre sus dientes.
Iba a devorarlo allí mismo cuándo se dio cuenta de que en esa rama lo podía ver algún águila y arrebatarle su comida, así que decidió bajar del árbol y esconderse en su guarida a comer tranquilamente. Murcy, que seguía dormido, no se había dado cuenta de nada y roncaba plácidamente.
Cuando Jaspi estaba a punto de llegar al suelo oyó un ruido en el bosque y se quedó muy quieto en el tronco del árbol, camuflándose para que nadie lo consiguiera ver. Quién hacía tanto ruido en el bosque eran las dos hermanas, Carmen y Maite, que estaban buscando fresas silvestres para ayudar a su madre a hacer una tarta de frutas del bosque.
El lagarto Jaspi, estaba esperando en silencio que se fueran las dos niñas para poder seguir bajando y esconderse en su guarida y así comerse al murciélago tranquilamente. Pero no pensó en Murcy que estaba tan profundamente dormido que comenzó a roncar:

- RRRRRR , RRRRRR....

Tan fuertes eran los ronquidos que las dos niñas se pusieron a buscar quién era el que hacía tanto ruido. Cuándo descubrieron quién era y vieron también a Jaspi lo asustaron con un palo y el lagarto tuvo que dejar libre a Murcy, ya despierto, se dio cuenta del peligro que había corrido.
Murcy les dio las gracias a las niñas por haberlo rescatado del lagarto y, como ya estaba descansado, les dijo que se iba volando a su cueva del barranco con sus padres.
Las dos hermanas le dieron unas cuantas fresas de las que llevaban en su cesta para que comiera y tuviera fuerzas para llegar hasta su casa.
Cuando Murcy llegó a su cueva les contó a sus padres lo que le había sucedido, ya que estaban muy preocupados por la tardanza en regresar de su hijo.
Desde entonces, cada vez que las niñas van al bosque de los bonsais a recoger frutas silvestres, les acompañan Bani, Murcy y Radar quién, con su chillido de ultrasonidos, indica a las niñas en qué lugar están las fresas y frutas, más jugosas y dulces de todo el bosque de los bonsais.

Y Colorín, colorado...

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miércoles, 8 de diciembre de 2010

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 4ª Aventura "La Golondrina Tina"

En el bosque de los bonsais, se estaba acabando el invierno. Los días eran cada vez más largos y la ropa de abrigo se iba guardando poco a poco en los armarios.

Carmen y Maite llegaban del colegio, terminaban sus deberes y salían a jugar al bosque. Pasaban toda la tarde corriendo de aquí para allá.
Un día vieron llegar una bandada de pequeños pájaros negros y blancos que con sus chillidos alteraban la tranquilidad del bosque.
Cómo no sabían que pájaros eran le preguntaron a su madre:
- Mamá, ¿qué clase de pájaros son esos que vuelan tan rápido y chillan tanto?.
Su madre les dijo:
- Son golondrinas, todos los años vuelven en Primavera para hacer sus nidos y criar sus polluelos.
Un día las niñas vieron que dos golondrinas no hacían más que ir y venir volando hacia un alero de su casa. Cuando se acercaron a ver qué era lo que estaban haciendo vieron que poco a poco estaban construyendo un nido de barro en una de las esquinas.
Las dos niñas no dejaron de observar todos los días el trabajo de las dos golondrinas.
Una vez que habían terminado el nido, una de las golondrinas se metió dentro y no salió en 21 días. La otra golondrina le traía todos los insectos que cazaba y sólo descansaba por la noche.
Cuando por fin salió empezó a volar para estirar las alas, por el agujero del nido asomó el pico una golondrina chiquitina, chiquitina, y las niñas decidieron llamarla Tina.
Tina crecía cada día más y más, hasta que alcanzó el tamaño de sus padres y quiso salir del nido, pero cómo aún no sabía volar, cayó al suelo y allí se quedó porque sus patitas, cómo las de todas las golondrinas, eran muy cortas y desde el suelo no podía alzar el vuelo.
Las dos niñas la cogieron y con una escalera la volvieron a poner en el nido. Tina las miró agradecida y emitió un chillido que quería decir “gracias”.
Cuando por fin Tina aprendió a volar se pasaba las mañanas persiguiendo y cazando insectos y por las tardes jugaba con Carmen y Maite a pasar volando muy rápido entre las cabezas de las dos niñas.
Pero un día llegó el Otoño, y Tina se despidió de las dos hermanas porque tenía que volar hacia el Sur con sus padres ya que sí se quedaba no podría sobrevivir al frío Invierno.
Al llegar otra vez la Primavera las niñas observaban todos los días el cielo para ver sí veían venir volando a Tina. Pero los días pasaban y no venía.
Una tarde estaban jugando en el bosque cuando algo les pasó muy rápido por entre las cabezas, miraron y vieron a Tina que hacía piruetas en el aire y no dejaba de chillar diciéndoles “hola”.
A partir de ese día todas las primaveras , Tina vuelve con las niñas y se pasan el verano jugando todas juntas hasta que al llegar de nuevo el Otoño Tina se va a Africa con las demás golondrinas. Mientras tanto Carmen y Maite cuidan el nido de Tina durante el Invierno para que cuando regrese en Primavera no tenga que hacerlo de nuevo y así esté más tiempo jugando con ellas.

Y Colorín, Colorado...

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domingo, 28 de noviembre de 2010

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 3ª Aventura "El Zorrito Jopo"

Cuenta la leyenda, que en un lugar secreto del río que cruza el bosque de los Bonsais, existe una catarata y, detrás de ella oculta por el agua que cae, hay una caverna donde todos los sábados por la noche se reúnen los animales del bosque.

Allí se decide dónde tiene que vivir cada animal del bosque, en qué charca o río se puede beber agua o bañarse, qué semillas se pueden comer en el bosque... en fin, todas las normas que regulan la vida de los animales en el bosque de los Bonsais.
Un día Carmen y Maite estaban pescando en un remanso del río cuando vieron que la corriente arrastraba río abajo un zorrito. Corrieron por la orilla detrás del zorrito y, al llegar a un puente que cruzaba el río, consiguieron rescatarlo del agua. Lo metieron en una cesta que llevaban con la merienda y al llegar a su casa lo secaron y lo pusieron al lado de la chimenea para que se calentase.
Una vez que ya estaba seco y calentito le dieron un tazón de leche con migas de pan, y el zorrito se lo tomó entero. Cuando terminó soltó un sonoro eructo y se quedó dormido. Carmen y Maite al ver lo agotado que estaba lo dejaron dormir hasta el día siguiente.
Cuando las niñas se despertaron, fueron a ver cómo estaba el zorrito y se lo encontraron olisqueando en la cocina, a ver si encontraba algo de comer. Lo cogieron y le volvieron a dar leche con miga de pan, después le preguntaron como se llamaba y el zorrito les dijo que se llamaba Jopo y que había ido con su padre a la reunión de los animales en la caverna de la catarata pero, al ir a cruzar por debajo del agua, resbaló y se cayó al río.
Carmen y Maite le dijeron que ellas lo llevarían otra vez al río para ver si entre todos conseguían encontrar la catarata secreta. Prepararon las mochilas con bocadillos y se fueron en dirección al río. El zorrito Jopo iba saltando muy contento detrás de las dos niñas
Una vez en la parte alta del río el zorrito Jopo empezó a olfatear algún rastro que le indicase el camino hacia la catarata. De pronto encontró el rastro de un lince y comenzaron a seguirlo a la carrera. Al doblar un recodo del camino se encontraron de bruces con la catarata. Vieron a todos los animales que ya estaban dispuestos para salir a buscar al zorrito y que, al verlo llegar con las dos niñas, comenzaron a saltar de alegría.
Robespierre, que así se llamaba el padre de Jopo, les dio las gracias a Carmen y a Maite y les dijo que dejaría al zorrito que fuera a verlas para jugar con ellas cada vez que quisieran.
Cuando Jopo creció también dejó a su hijo Jopito que fuera a visitar a las dos hermanas todos los días, y los demás animales les permitieron también que fueran a la reunión de los sábados todas las veces que quisieran.

Y Colorín, Colorado...

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domingo, 21 de noviembre de 2010

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 2ª Aventura "El Oso Buco"

El invierno estaba llegando a su fin y las flores, los árboles y las plantas empezaban a salir de su letargo invernal. Se dejaba entrever el resurgir de la primavera y en la ladera norte de la Gran Montaña Nevada había una gruta donde hibernando había pasado el crudo invierno la enorme osa Karma con su hijo el osito Buco.
Karma y Buco salieron de la gruta cuando aún quedaba nieve en la montaña y en el bosque de los Bonsáis. En seguida Karma empezó a buscar comida seguida de Buco. Todos los osos son omnívoros, eso quiere decir que comen de todo: carne, pescado, fruta, bayas, raíces,... pero lo que más les gusta de todo es la miel que hay en los panales de las abejas.
Llegaron al río y Karma pescó unos cuantos salmones. Cuando se los hubieron comido se fueron al robledal a echar una siesta, se tumbaron bajo un roble seco y se durmieron.
Estaba Buco dormido cuándo notó en la nariz un olor dulce y sabroso. Empezó a olisquear y a dejarse llevar por su nariz, pero cada vez se alejaba más y más de su madre, y llegó a un agujero que había en una roca. Metió una zarpa en el agujero y la sacó llena de una sustancia dulce y muy pegajosa, se lamió para limpiarse la mano y se dio cuenta que aquella sustancia estaba riquísima.
Volvió a meter la zarpa para sacar más miel y entonces las abejas, que no querían que nadie les quitase su alimento, empezaron a picarle por todas partes y como Buco aún no tenía la piel tan gruesa cómo su madre, sintió un gran dolor el dolor tan fuerte que producen las picaduras de las abejas.
Aturdido y asustado por las picaduras comenzó a correr alocadamente y sin darse cuenta cayó en una profunda grieta que había en el bosque de los Bonsais. Se pasó el día gruñendo y llamando a su madre, pero Karma se había ido en otra dirección buscándolo y no podía oírlo.
Cuando llegó la noche Buco siguió gruñendo y llorando. Las hermanas Carmen y Maite, que vivían en la casita del bosque, no pudieron dormir en toda la noche por culpa de los gruñidos de Buco y por la mañana decidieron ir a la grieta a ver que pasaba.
Cuando llegaron se asomaron y vieron en lo más profundo y oscuro de la grieta a Buco que todavía estaba asustado esperando que viniera su madre a buscarlo.
Las niñas, que tenían en sus dedos los anillos mágicos conseguidos en la última aventura, los juntaron y de pronto la grieta se iluminó, apareció una cuerda muy fuerte que se abrazó a Buco y lo sacó fuera.
El osito, al verse rescatado, comenzó a lamer y a besuquear a las niñas, y Carmen y Maite le dijeron que se fuera con su madre ya que estaría muy preocupada buscándolo por todo el bosque.
Buco les dio las gracias y les dijo que nunca las olvidaría, y se fue corriendo en busca de su madre.
A partir de ese día, todas las primaveras Buco cuando sale de su gruta en la montaña después de hibernar, lo primero que hace es ir a saludar a las niñas y a llevarles un tarro de miel del mejor panal de abejas que hay en el bosque de los Bonsais.

Y Colorín, Colorado...

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sábado, 6 de noviembre de 2010

Aventuras de las dos niñas: 1ª aventura "El mapa"

Había una vez dos niñas llamadas Carmen y Maite, que vivían con sus padres en una casa muy bonita, cerca del bosque de los bonsais.
Un día que había una gran tormenta de viento y lluvia, estaban las dos niñas jugando en su casita de madera, cuando de pronto, el viento rompió una ventana de cristal.
Cuando estaban intentando cerrar el postigo de madera, por la ventana rota entró arrastrado por el viento un pergamino arrugado y amarillento. Carmen, que era la única de las dos niñas que sabía leer, cogió el papel y lo leyó en voz alta para que su hermana también supiera lo que decía.
El pergamino era un mapa y tenía escrito lo siguiente:

“Si me encuentras y me lees seré de tu propiedad.
Si me descifras un tesoro buscarás.
Cuándo lo encuentres será fenomenal,
todo lo que sueñes se hará realidad.
A partir de ese momento me dejarás en libertad
para que el viento me lleve
y a otros niños pueda alegrar”.

Además el mapa también tenía dibujados, un río, una montaña, tres cuevas, una pluma azul, un sombrero, una herradura, un árbol, y al final dos anillos unidos por un lazo.
Cuando Carmen terminó de leer el mapa, le dijo a Maite:
-Creo que después de haber leído este mapa, lo primero que debemos hacer es buscar el río que nos lleve a la montaña.
¡De acuerdo! - dijo Maite- vamos a preparar las mochilas con algo de comida y agua, y nos pondremos en camino cuando se haga de día.
En cuanto amaneció les dijeron a sus padres que se iban de excursión, se pusieron cada una un sombrero y empezaron a caminar por el bosque de los bonsais.
Cuando llevaban un rato andando encontraron un río y comenzaron a caminar por la orilla en dirección a las montañas.
Llegaron a las montañas, pero como estaban muy cansadas, se pusieron a comer un bocadillo y a descansar un rato.
Mientras estaban sentadas descansando vieron volar a un águila de color azul y, mientras volaba, se le cayó una pluma que rápidamente cogieron las niñas, dándose cuenta que era idéntica a la del mapa. La pusieron en el sombrero que llevaba Carmen en la cabeza y buscaron las tres cuevas.
Fue Maite la que descubrió las cuevas al pie de las montañas, y las dos niñas se dirigieron hacia ellas. Entraron en la primera y no pasó nada, entraron en la segunda y tampoco pasó nada, pero al entrar en la tercera, la pluma que llevaba Carmen en el sombrero comenzó a moverse y entonces se dieron cuenta que esa cueva era la única que tenía una salida por detrás ya que el viento que entraba por un lado movía la pluma al salir por el otro.
Cuando llegaron a la otra salida vieron un caballo blanco que las estaba esperando y se dieron cuenta que era la pista de la herradura. Se montaron en él y el caballo emprendió un veloz galope hasta llevarlas junto al árbol que estaba en medio de un precioso valle. Desmontaron y vieron al lado del tronco los dos anillos, los cogieron y se los pusieron uno cada una.
En ese momento se dieron cuenta que estaban muy cansadas y desearon estar en la cama de su habitación. Y sin saber cómo, de pronto se encontraron en casa con sus padres; comprendieron que los anillos eran mágicos y que desde ese momento podrían conseguir todo lo que deseasen.
Carmen se acordó de que una vez conseguido el tesoro tenían que dejar libre el pergamino con el mapa. Entonces subió con Maite a la azotea y lo lanzó al viento, el mapa dio un par de vueltas por encima de sus cabezas y poco a poco se perdió en la lejanía. Las dos niñas decidieron entonces que sólo utilizarían la magia de los anillos para hacer el bien a todo el mundo, y sólo en cosas buenas.

Y Colorín, Colorado ...


©Carmatejo


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