domingo, 30 de enero de 2011

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 10º Aventura “La Gamuza Friolera”

Érase una vez una gamuza macho que se llamaba Astas. Vivía en la parte mas alta de la Cordillera Perdida. Cuando cumplió el primer año de edad y cayeron las primeras nieves en las montañas, Astas empezó a pasar mucho frío y pensó que tenía que encontrar algún sitio donde no nevara ni hiciera tanto frío.
Desde lo alto de su atalaya divisó en la parte baja de la montaña un gran valle verde donde no había caído la nieve, y pensó que allí abajo estaría más calentita.
Entonces comenzó a bajar por las laderas saltando de roca en roca y cuando llegó abajo estuvo corriendo y saltando de alegría porque allí no hacía tanto frío como en las cimas de la Cordillera Perdida.

En aquel valle pasó su primer invierno y cuando llegó la primavera y la nieve empezó a derretirse, decidió subir otra vez a las cimas para pasar el verano y alimentarse en las altas cumbres con los brotes tiernos de los nuevos pastos.
Una vez arriba, se unió a un rebaño de gamuzas que habían pasado el invierno en las cumbres y les estuvo contando lo calentito que se estaba en el valle cuando las montañas se cubrían de nieve durante el invierno, ya que abajo no hacía tanto frío.
Al acabar el verano se despidió del rebaño diciendo que se iba otra vez al valle para no pasar frío y que ya volvería en la primavera.
Volvió a bajar por las laderas y cuando llegó al valle buscó un buen sitio para descansar y cuando lo encontró se echó a dormir.
De pronto se despertó sobresaltado, porque había oído un ruido extraño que provenía del bosque. Se escondió lo más profundamente que pudo, procurando no ser visto por lo que él intuía que era una fiera.
No se había equivocado, de la espesura del bosque salió un enorme lobo de feroz aspecto que empezó a olisquear el aire. Su fino olfato le dio la pista de un apetitoso bocado y empezó a acercarse hacia donde estaba Astas.
La gamuza no se atrevía a moverse por miedo a ser descubierta por el enorme lobo, pero cuando éste estaba a menos de un metro de ella, se asustó tanto que comenzó a correr y a saltar para intentar escapar de la fiera.
Corrió tanto que no sabía dónde estaba y tampoco si había despistado al lobo.
De pronto vio una casa de madera y se dirigió corriendo hacia ella. Cuando llegó dio un gran salto y se metió en un corral que había en la parte de atrás cerrando la puerta con sus patas. Estaba tan cansada que se quedó dormida durante toda la noche.
Cuando despertó sintió hambre e intentó abrir la puerta del corral, pero no es lo mismo cerrar una puerta con las patas que intentar abrirla, así que como no podía abrirla comenzó a dar patadas y a hacer ruido para que la sacaran de allí.
Carmen y Maite estaban desayunando en la cocina cuando de pronto oyeron un gran estruendo en la parte de atrás de la casa y decidieron ir a ver qué pasaba.
Cuando llegaron y vieron a la gamuza, le ayudaron a salir del corral, y le preguntaron qué estaba haciendo allí.
La gamuza les contó lo que le había pasado y por qué había bajado de las montañas, así que las niñas le dijeron que podía quedarse en el corral para no pasar frío y protegerse de los lobos.
Desde entonces todos los inviernos la gamuza Astas baja hasta la casa de las dos niñas a pasar el invierno y a alimentarse con el heno fresco que Carmen y Maite le preparan.


Y Colorín, Colorado ...


©Carmatejo

Nota: Se permite la reproducción sin ánimo de lucro y mencionando la procedencia


domingo, 23 de enero de 2011

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 9ª Aventura “El Búho Sabio”

Un día Opi, la lechuza blanca, fue a ver a Aristos porque necesitaba ayuda, ya que su hijo Chuzín se había bebido todo el aceite que había en los treinta candiles de la iglesia del pueblo y se había puesto muy malito.
Cuando llegó donde estaba el búho real, le explicó lo que le pasaba a Chuzín, y Aristos le dijo:
- Tienes que traerme una pluma de la cola de tu hijo, arrancada de madrugada. Cuando la tenga en mi poder sabré que le pasa a Chuzín y cuál es el remedio.
Opi le dijo que haría lo que le decía Aristos y que en cuanto tuviera la pluma volvería a verle.
Esa misma noche de madrugada, Opi le quitó una pluma de la cola a Chuzín y se fue volando hacia la Gran Roca de la Sabiduría.
Conforme se iba acercando a la Gran Roca vio una nube muy oscura y decidió bajar a tierra para que no la atrapase la tormenta que se avecinaba. Cuando llegó al suelo se ocultó debajo de una gran hoja a esperar que pasara la tormenta.
Cuando terminó de llover intentó levantar el vuelo, pero no pudo porque tenía las plumas mojadas. Pensó que no llegaría a tiempo para salvar a Chuzín y se puso muy triste.
De pronto oyó un ruído en el otro lado del claro del bosque donde se había refugiado. Eran Carmen, Maite y el pondi de aire llamado Plumín.
Como la lechuza Opi conocía a las dos niñas y al pondí, salió de su escondite y les contó lo que pasaba. Las dos niñas y el pondi le dijeron que le ayudarían a resolver el problema, así que se pusieron manos a la obra.
Carmen y Maite comenzaron a secar las plumas de Opi. Mientras tanto Plumín se fue a buscar a Aristos.
Cuando regresó Plumín con el búho, éste cogió la pluma de Chuzín y la miró al trasluz. Cuando terminó le dijo a la lechuza:
- Tu hijo no tiene ninguna enfermedad, únicamente tiene un empacho de aceite de candil mezclado con cera de vela. La solución está en que se tome un poco de polen de margarita y se pondrá bien.
Carmen y Maite recogieron un buen montón de polen de margarita y se lo dieron a la lechuza para que se lo llevara a su nido y se lo diera a Chuzín. Opi les dio las gracias a las dos niñas, al búho Aristos y al pondi Plumín , se despidió de todos y regresó volando muy contenta a su árbol para darle la medicina a su hijo.
Aristos les preguntó a las dos niñas si tenían algún problema porque, ya que estaba allí, se lo podría resolver. Las niñas le dijeron que no, que no era necesario porque no tenían ningún problema, pero que su amigo el pondi Plumín sí necesitaba de su ayuda ya que siempre se estaba quejando de que se le agrietaban mucho sus transparentes alas.
Aristos les dijo a las niñas que le pusieran a Plumín en las alas una crema hecha con semillas de enebro y hojas de eucalipto, y nunca más se le estropearían por mucho que volase.
Carmen y Maite lo hicieron así, y desde entonces Plumín tiene las alas más bonitas y brillantes de todos los pondis de aire. Cada vez que sale a volar se acerca a la casa de las dos niñas a jugar con ellas un buen rato.


Y Colorín, Colorado ...

©Carmatejo

Nota: Se permite la reproducción sin ánimo de lucro y mencionando la procedencia




domingo, 16 de enero de 2011

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS: 8ª Aventura "El Lucero del Alba"

Había una vez un Pondi de tierra que se llamaba Periscopio, aunque todo el mundo lo llamaba Pesko, que vivía en el bosque de los bonsais.
Pesko se pasaba la noche mirando las estrellas, porque creía que cada una de ellas era un Pondi que ya había desaparecido, y que desde lo alto cuidaban de los Pondis que vivían en el mundo.
Una noche que Pesko estaba mirando las estrellas vio una cosa extrañísima. Una estrella se iluminó en el cielo y de pronto comenzó a correr por el firmamento hasta desaparecer a lo lejos.

Pesko pensó que debía ir hasta donde había caído la estrella a ver que había pasado; así que preparó su mochila de hojas de trébol y comenzó a caminar en dirección a la montaña de la risa, que era el sitio dónde había caído la estrella.
Por el camino Pesko se encontró con Carmen y Maite que estaban recogiendo musgo para haçer un belén en su casa. Pesko les contó lo que había visto, y las dos hermanas dijeron que lo acompañarían hasta la montaña, así que cogieron también sus mochilas y se pusieron en camino.

Cuando llegaron a la cima de la montaña vieron una gran luz, y en medio de ella una estrella pequeñita pero muy brillante. Pesko le preguntó a la estrella que si era un Pondi desaparecido, y ésta le dijo que no, que los Pondis desaparecidos se transformaban en nubes y se dedicaban a regar con su lluvia todas las plantas y flores del mundo.
Entonces las dos hermanas le preguntaron a la pequeña estrella qué le había pasado, y la estrella les dijo que se llamaba Clara, que era hija del Lucero del Alba y de La Rosa de los Vientos, y que acababa de nacer.
Después les dijo a las dos hermanas y al Pondi que pidieran cada uno un deseo para que ella se los llevara; pero que cómo los deseos son secretos, no podían decirlos, sólo pensarlos, y que ella se los llevaría al cielo para que se pudieran cumplir.

Pesko, el pondi, deseó” que no se cenca a los aminales”.
Carmen deseó” que no yaha garres.
Y Maite deseó” que Marcen no se maeru”.

Así que, Clara los cogió, se despidió de todos y les dijo que sus deseos se cumplirían, que si querían volver a verla sólo tenían que mirar hacía el cielo por las noches, y la verían al lado de su padre el Lucero del Alba o de su madre la Rosa de los Vientos. Después Pesko y las dos hermanas se fueron a su casa pensando cada uno en lo que había deseado y en que seguramente Clara la estrellita conseguiría que se cumpliera cada uno de los tres deseos.

Y Colorín, Colorado...

©Carmatejo

Nota: Se permite la reproducción sin ánimo de lucro y mencionando la procedencia

domingo, 9 de enero de 2011

AVENTURAS DE LAS DOS NIÑAS : Séptima Aventura “Los Pondis”.

Cuenta la leyenda, que desde hace muchísimo tiempo existen unos seres diminutos que se llaman Pondis. Viven en todas partes. Hay Pondis que viven en los árboles y que pueden volar; otros viven en el agua y pueden nadar muy rápido y respirar bajo el agua; otros viven en los bosques, son muy veloces y dan saltos de gran altura; otros viven bajo tierra y son capaces de hacer túneles muy largos en menos de un minuto.
Pero las características más importantes de los Pondis son las siguientes:

- Su idioma es un lenguaje especial, el Galipondio.
- Pueden cambiar de color como los camaleones cuando se les antoja.
- Su trabajo consiste en proteger y cuidar a todos los animales del mundo.
- El nombre de todos los Pondis, empieza con la letra P, cómo por ejemplo “Pibos”.
Pibos es un Pondi de bosque y su casa está precisamente en el bosque de los bonsais.
Un día Pibos, como de costumbre, salió muy de madrugada de su casa con la misión que tienen todos los Pondis, la de proteger a los animales.
Iba Pibos saltando entre los matorrales cuando de pronto de debajo de la tierra salió Pitrova, una Pondi de tierra, y le dijo:
-Pibos, eh tisvo a nua crai de cievro atusada y derpida, ¿qué dopemos harce?.
Y Pibos le contestó:
- Mavos predisa a ver moco etsa.
Cuando llegaron a donde estaba la cría de ciervo, vieron que lo que le pasaba era que estaba perdida y no sabía encontrar a su madre.
Pibos le dijo a Pitrova:
-Mavos a cusbar a Marquen y a Taime rapa que nos aduyen a entroncar a la drame del cievro.
Cuando llegaron a la casa de Carmen y de Maite y les contaron lo que pasaba, las dos niñas dijeron que irían también a buscar a la madre del ciervo.
Mientras, Pibos y Pítrova avisaron a los Pondis de agua por si la madre estaba bebiendo en algún arroyo, y a los pondís de aire para que volasen por todo el bosque a ver si conseguían localizarla desde lo alto.
Por fin, un Pondi de aire llamado Pobo localizó a la madre del cervatillo en un claro del bosque y se lo dijo a los demás Pondis, a Carmen y Maite.
Cuando llegaron con la cría junto a la madre, ésta les dijo que había abandonado a su cervatillo para atraer la atención de una manada de lobos que habían bajado de las montañas, y así evitar que descubrieran a su hijo y lo devorasen.
Como los lobos ya se habían ido, todos se pusieron a jugar y a corretear por el claro del bosque, hasta que se hizo de noche y cada uno se fue a su casa. Píbos se fue a su roca, Pitrova se fue a su laberinto de túneles, Pobo se fué volando a la copa de su árbol, el cervatillo y su madre a lo más profundo del bosque, Carmen y Maite a su casa.
Y aunque los adultos digan que no existen, los Pondis sí que existen , lo que pasa es que como pueden cambiar de color, se pueden volver transparentes y por tanto invisibles. Así sólo los pueden ver quien ellos quieran.

Y Colorín, Colorado...

©Carmatejo


Nota: Se permite la reproducción sin ánimo de lucro y mencionando la procedencia